miércoles, 23 de marzo de 2011

EL PICO DEL TUCÁN

                                                                              (Foto: Cristián Mínguez. Río de Janerio, febrero 1991)


La montaña sin nombre, se encontraba situada cerca de un inmenso océano cuyas
aguas formaban una amplía bahía que todos llamaban Guanabara.
La cima de este monte, cubierta de nubes perpetuas, era un enigma que nadie se
atrevía a descifrar, aunque los ancianos sabios de los indios Tamoios decían que
escondía uno de los tesoros más bellos ; se trataba de una punta de amatista con
poderes divinos que daría felicidad eterna a quien la poseyera.
Todos los pueblos indígenas que vivían en Niteroi, uno de los extremos de la bahía,
como los de la selva Tijuca, soñaban con poder llegar algún día hasta la mítica cima a
pesar de que algunos aseguraban que su altura era tal que llegaba hasta el mismo cielo, a
la vez se temía que quien se atreviera a cruzar la zona donde las nubes comenzaban a
cubrirla, sería inmediatamente destruído . Por ese motivo y por su increíble
majestuosidad todos respetaban, a la vez que admiraban, esta obra de la naturaleza,
especialmente el pequeño indígena Ara, cuyo nombre según el mismo había oído,
significaba “el altar” en una lengua lejana de aquellas tierras.
Con sus diez años, Ara ya se interesaba por los misterios de la naturaleza, pero si algo
lo identificaba era su pasión por las aves exóticas. Vivía feliz, siempre mostrando una
sonrisa en sus labios y estaba orgulloso de formar parte de aquel maravilloso mundo
natural rodeado por el mar y por la selva repleta de frutos tropicales y animales de
bellísimos colores.
El pequeño Ara tenía un lugar como propio donde solía descansar, un gran árbol del
que utilizaba una de sus ramas con una forma natural cóncava que el mismo cubría de
hojas frescas. Desde allí, antes de dormir, podía contemplar el mar o un monte al otro
extremo de la bahía, al que llamaban Pau-nd-Acuqua por ser alto y estar aislado. La
vegetación tan exuberante le llegaba a impresionar y de vez en cuando se quedaba
fijamente contemplando la otra gran montaña, la que no tenía nombre, la que siempre
había querido explorar,
El cielo le mostraba todas sus estrellas y le ayudaba a conciliar el sueño en aquel árbol
tan especial para él pues fue el lugar donde sus padres lo trajeron al mundo, un hecho
que sucedió cuando ellos viajaban de camino hacia otras tierras y decidieron quedarse
en esta bahía atraídos por su belleza mas a los cinco años del nacimiento de Ara, por
causa de unas extrañas fiebres perdió a sus padres, pero él estaba convencido que sus
espíritus lo acompañaría siempre. Por todo ello amaba tanto aquel maravilloso árbol,
testigo de su nacimiento un día en el que el Sol, según decían los expertos observadores
de las estrellas, estaba en la constelación del Acuario.3 Cristián Mínguez “El pico del tucán”
Con todos estos acontecimientos, Ara no estaba seguro de que raza procedía. Algunos
aseguraban que tenía rasgos de los Mayas que habitaban las regiones del norte, otros por
el contrario pensaban que su pelo era sin duda de los Incas, él creía que podía venir de
los Aztecas al identificarse con las historias que escuchaba sobre ellos pero su mejor
amigo le decía que era una copia exacta de los Quechua. Llegó incluso a oír que sus
padres podían haber llegado del otro lado del océano aunque todo eso al pequeño Ara en
el fondo le daba igual, se había integrado con los indios de aquel lugar tan amado para
él y disfrutaba día a día de su autosuficiencia y sobre todo, de su libertad.
Al amanecer, los rayos del Sol le avisaban que había llegado otra oportunidad de
comenzar la aventura de un nuevo día.
.- ¡Qué sueño tan fantástico he tenido!... Volando junto a todas esas aves , algunas no
las he visto nunca. Hoy intentaré encontrarlas.
Ara se incorporó y sujetándose a unas lianas, en un par de saltos estuvo en contacto con
la tierra. Entonces, de otro árbol, aprovechó una hoja enorme que aún retenía agua de
las últimas lluvias y se roció como pudo todo su cuerpo, después, tal y como era
costumbre en él, con las flores más olorosas que encontró, se frotó la piel. Solo le
faltaba, para estar listo, colocar los pocos elementos con los que se cubría; unas plumas
de colores que sujetaba a su cintura, muñecas, tobillos y frente, con unas finas cuerdas
que trenzaba.
Después tomó su arco y la aljaba con las flechas y dardos hechos también por él.
Ara se consideraba un experto en las armas arrojadizas, las utilizaba para defenderse y
buscar alimento tal y como sus padres le enseñaron, las lanzaba siempre respetando el
equilibrio y las leyes de la naturaleza.
.- No sé si subir en mi canoa hacia el otro lado de la bahía, o bordear la costa hasta ” la
montaña sin nombre”.
Finalmente, decidió ir a pie.
Alegre como siempre, saltaba, reía, e imitaba el canto de los pájaros que veía. Por el
camino iban apareciendo otros indígenas, más o menos de su edad, algunos muy amigos
de Ara, con ellos vivía sus mejores aventuras. Todos iban al pie de “la montaña sin
nombre” para escuchar las conjeturas y los misterios de su cima que eran transmitidos
por los ancianos de las tribus.
Como sintió hambre, se detuvo para tomar alguna fruta; eligió una banana y un mango,
y para beber, nada mejor que la sabrosa agua de coco, así que sacó una de sus flechas y
apuntando con el arco consiguió que cayera uno de gran tamaño con el que sació su sed.
Al levantar la cabeza para beber, aún con el coco pegado a sus labios, contempló a una
preciosa indígena, un poco menor que él; estaba sentada en la rama de un árbol
saboreando un trozo de caña de azúcar.4 Cristián Mínguez “El pico del tucán”
Se acercó hasta ella.
.- Hola, ¿Quién eres tú?
La pequeña, de un salto, dejó el árbol donde estaba y se dirigió hasta Ara.
.- Me llamo Itzel, vivo en la selva que hay detrás de “la montaña sin nombre”, cerca del
río Iguaçu.
.- Yo soy Ara. Voy con mis amigos hacia la montaña, queremos conocer más historias
sobre ella.
.- Yo también voy allí. Mis padres y mis hermanos ya deben haber llegado. Debo
darme prisa, mi padre no quiere que me separe del grupo.
Cuando la niña comenzó a caminar, Ara la observó detenidamente.
La pequeña indígena llevaba guirnaldas de orquídeas en las mismas zonas del cuerpo en
las que él se colocaba las plumas. Aquella mezcla de flores moradas y blancas, junto
con la tonalidad de su piel, hicieron que por primera vez Ara percibiera una atracción,
un nuevo sentimiento que recordaría siempre, intuyendo a la vez que aquel encuentro
iba a ser muy importante en su vida.
Itzel, distanciándose, se dio la vuelta y al ver la cara de su nuevo amigo,
contemplándola de aquella manera, sonrió y comenzó a correr hasta perderse entre la
vegetación.
Ara reaccionó al instante e intentó alcanzarla a la mayor velocidad posible. Su alegría
no tenía límite.
Desde lo alto del mismo árbol donde Ara se había encontrado con Itzel, un tucán
observaba la escena mientras abría una y otra vez su fantástico y enorme pico. Un tucán
de los de pico arco iris. La mayor parte de su plumaje era negro, con irisaciones de
tonos verdes que combinaban muy bien con un mancha blanca sobre su cola y otra de
color rojo debajo de ella. Las tonalidades de su garganta y mejillas daban paso a un pico
casi tan grande como él y que tenía todos los colores del arco iris menos el violeta,
aunque no había perdido la esperanza de conseguirlo algún día para convertirse así en
un ejemplar único de su especie.
En un impulso incontrolado decidió, en un vuelo, seguir a los dos pequeños humanos y
por el camino , de árbol en árbol, saborearía los frutos y las bayas que con su colosal
pico alcanzaría. Algunos, les parecía realmente exquisitos.
De entre la vasta vegetación, surgían más grupos de indígenas que también iban hacia
la montaña sin nombre. Era uno de los días que más gente había venido.
La pequeña Itzel fue una de las primeras en llegar y pronto se reunión con su familia.5 Cristián Mínguez “El pico del tucán”
Ara , que a lo lejos la seguía, en cuanto llegó se puso a su lado. Los dos se reían y
estaban felices de compartir aquella maravillosa experiencia.
Los más sabios de las tribus cercanas, conocidos como “los ancianos de las estrellas”,
por conocer de buena manera el curso de los astros, llegaban y se iban colocando
alrededor de una gran piedra de granito donde se dejaba las frutas que traían: bananas,
guayabas, ananás, maracuyás, papayas, cocos, aguacates…
De entre las ramas de los árboles aparecieron algunos guacamayos, las aves favoritas de
Itzel quien las contemplaba con agrado a la vez que intentaba mostrárselas a su
compañero. Ara se reía, porque la mayoría de plumas que él utilizaba para cubrir su
cuerpo eran de estos grandes loros. Había logrado además combinar una gama muy
original de sus colores como: azul y amarillo, rojo y verde con azul, y otras de color
malva.
Poco a poco, el lugar fue adquiriendo una mezcla increíble de luz, color y sonidos
naturales.
El tucán encontró un agujero en el tronco de un árbol gigante, se metió dentro y
sacando su espectacular pico se preparó para no perderse un detalle del acontecimiento.
Los ancianos de las estrellas comenzaron la sesión. Uno de ellos recordó sus aventuras
personales al atravesar el río Amazonas. Todos se quedaban asombrados cuando
describía los peligros que había tenido que superar al cruzar una zona llena de pirañas;
después habló de la serpiente anaconda, los caimanes y las voraces termitas; otro
contaba su encuentro con el impresionante jaguar cuyo paso hacía estremecer a los
monos y espantaba a las aves zancudas que vivían en la selva; después, otros describían
la delicadeza y armonía de los colores de mariposas gigantes revoloteando por los
bosques de árboles como el caucho, el cacao, o el cafeto.
Itzel y Ara escuchaban con interés, para ellos todas aquellas historias eran fascinantes.
Después, el jefe de la tribu Temimino mostró a todos un pájaro quetzal que había traído
de otros lugares, asegurando que era considerada por otros pueblos indígenas, un ave
sagrada. Sus tonos verdosos y su larguísima cola de plumas maravillaron a todos.
También contó que existían aves bellas por todo el continente, nombró con especial
interés al águila de cabeza blanca, cuya envergadura y acrobático vuelo eran la
admiración de quienes la habían visto, a pesar de no ser fácil contemplarla ya que vivía
muy al norte, más allá de las tierras ocupadas por uno indios llamados Apaches.
Algunos indígenas preguntaron por los misterios que se escondían tras la montaña sin
nombre, que por encima de ellos se elevaba perdiéndose entre las nubes.
Un anciano de las estrellas, con potencia y autoridad en la voz, desveló uno de sus
secretos.
.- Cuando la fuerza de los cuatro elementos: fuego, tierra, aire y agua, se desencadene;
el humano que pueda volar, alcanzará lo inalcanzable: la punta de la amatista que hará
feliz a quien la posea y también a todo su pueblo. Esta piedra se encuentra en el pico
más alto de la montaña sin nombre, que nadie sabe si su altura tiene fin.6 Cristián Mínguez “El pico del tucán”
Todos alzaron sus miradas hacia las laderas de ese monte que a unos seiscientos metros
de altitud comenzaba a cubrirlo unas nubes perpetuas y era imposible ver lo que había
tras ellas.
Los tonos grisáceos de sus rocas cubiertos por la vegetación desprendían una mezcla de
belleza y misterio que a los indígenas hacía estremecer. Los más intrépidos soñaban
con poder alcanzar alguna vez la mítica cima y conseguir tan preciada amatista, aunque
pronto sus deseos se desvanecían pues además del peligro que suponía atravesar la zona
de nubes, era evidente que ningún ser humano podría volar jamás, eso era un privilegio
de las aves con las que convivían.
Todos estaban en silencio observando la inmensa montaña, sólo se escuchaba el canto
de algunos pájaros, el suave aleteo de los colibríes, y golpes de tambor que llegaban de
los pueblos más cercanos, cuyos sonidos se mezclaban con los de flautas de caña.
Tras un relámpago, comenzó a caer un aguacero, un fenómeno al que estaban
acostumbrados, hasta tal punto que fue entonces cuando algunos aprovecharon para
saborear alguna de las frutas.
Itzel, antes de volver a la zona de la selva donde vivía, se despidió de su amigo Ara.
.- Mañana iré con mi familia a la playa de las aguas tranquilas, si quieres puedes venir
con nosotros.
.- Claro que sí. Allí estaré desde el amanecer.
Cuando Itzel se marchó, Ara decidió ir hacia el otro monte alto y aislado, situado en un
extremo de la bahía, pasaría allí la noche y estaría de esta forma más cerca de la playa
que todos llamaban Copa Caguana, donde vería de nuevo a su amiga Itzel.
El tucán, que empezaba a sentir curiosidad por saber cómo acabaría toda esa historia,
decidió seguir al pequeño Ara, a lo mejor hasta terminaban siendo colegas.
El paisaje fue perdiendo luminosidad, el Sol , a punto de ponerse, desprendió los tonos
más espectaculares de su crepúsculo. Era el momento que tanto Ara como otros
compañeros buscaban un sitio para dormir.
Por un momento, Ara sintió una sensación extraña, algo o alguien le observaba, pero no
le dio demasiada importancia, pensó que se trataba de uno de los duendes que llamaban
“ajacuá”.
El tucán, a punto de haber sido descubierto, se detuvo para picotear unas bayas. El
muchacho estaba controlado y sabía que no lo perdería de vista.7 Cristián Mínguez “El pico del tucán”
A la mañana siguiente, Ara se dirigió hasta la playa; tumbado en la arena, no paraba de
pensar en todo lo que había oído de la montaña sin nombre. Cómo le hubiera gustado
llegar hasta la cima, o al menos intentarlo, pero no terminaba de entender el significado
de las palabras del anciano de las estrellas, especialmente lo referido al humano que
pudiese volar, pues eso era del todo imposible, no obstante él estaría dispuesto al menos
a cruzar las zona de nubes y si Itzel se lo pedía, no dudaría en hacerlo, así podría
demostrarle lo que por ella sería capaz.
La vegetación, que llegaba hasta la misma playa, le sirvió, mientras esperaba, para
seguir fabricando su colección de flechas, dardos y jabalinas, los utensilios que le eran
tan útiles en el medio natural donde vivía. Junto a él, un colibrí esmeralda, con su
incesante vuelo, libaba el néctar de algunas orquídeas, una flor que siempre le
recordaría a Itzel.
Al atardecer, vio llegar a su esperada amiga. Desde lo lejos, los dos fueron corriendo
hasta encontrarse uno enfrente del otro. Itzel traía pétalos de flores que había colocado
encima de una gran hoja.
.- Voy a enviar esta ofrenda a Iemanjá, la diosa del mar. Le pediré que me proteja y que
tenga suerte en el amor.
Ara, al escucharla, se puso algo nervioso.
.- ¿Me dejas que te acompañe? Si estamos juntos, el amor nos vendrá a los dos.
Se acercaron hasta la orilla del mar. Itzel dejó caer la hoja con las flores en el agua y
observaron como las olas se las llevaban hacia dentro.
Ara tocó la mano de Itzel. Los dos, quizás sin saberlo, estaban comenzando la más bella
historia de amor que nadie de aquel lugar había conocido nunca.
El tucán, desde las ramas de otro árbol cercano, fue de nuevo testigo de aquel
maravilloso romance.
Ara le confesó a Itzel su increíble y arriesgado secreto.
.- Estoy decidido a subir hasta lo más alto de la montaña sin nombre. Quiero descubrir
los misterios que encierra y poder conseguir la punta de amatista.
.- Sería maravilloso, te convertirías en el más valiente y famoso de todo el continente.
Yo también te acompañaré. A partir de ahora no pienso separarme de ti.
.- ¡Vale! Pero nada más que hasta donde las nubes comienzan, después lo intentaré yo
solo, de esa forma podrás ayudarme si me sucede algo.
A pesar de que Itzel hubiera preferido llegar con él hasta el final, comprendió que era
más seguro para los dos que uno se quedara fuera y estuviera alerta.
Ara, con gran entusiasmo, continuó explicándole sus proyectos.8 Cristián Mínguez “El pico del tucán”
.-Llevaremos lianas unidas para ayudarnos en la escalada, también las utilizaremos
como puntos de referencia al regresar.
A Itzel, la idea de las lianas le pareció buena, además los dos tenían experiencia en
trepar árboles aunque eran conscientes de que nadie sabía hasta donde podía llegar la
enigmática cima.
Decidieron verse a primeras horas del siguiente amanecer al pie de la montaña sin
nombre.
Itzel volvió con sus padres. Ara decidió pasar esa noche en un lugar donde otro grupo
de indígenas vivía. No quería estar solo, en el fondo sentía algo de temor por lo que
pudiera sucederle.
El tucán, que había escuchado atentamente toda la conversación, se fue directamente al
lugar donde Ara e Itzel debían encontrarse, no quería que los amigos de Ara lo
descubriesen y empezaran a gastar bromas a costa de su precioso pico ya que algunos
pequeños indígenas no valoraban lo suficiente este portentoso don natural…
El día amaneció muy caluroso y húmedo. Ara intuyó que no tardaría en llover. La
sensación de estar en contacto con el agua, la tierra y las planta le gustaba, era la ventaja
de vivir en los trópicos.
Con su arco, la aljaba repleta de dardos y flechas, algunas jabalinas ,y varios metros de
lianas que había enrollado, fue a encontrarse con su amiga.
Cuando llegó al pie de la montaña, Itzel ya le esperaba. La pequeña indígena había
cambiado, para ese día tan especial, todas las orquídeas con las que cubría su cuerpo.
Estaba decidida a continuar la aventura. Su valor era admirable, con solo ocho años de
edad, la palabra miedo no existía para ella.
Antes de emprender la subida, Ara se sinceró con su amiga.
.- Si todo sale bien, estaremos juntos toda la vida.
Itzel estaba muy emocionada.
.- Sí Ara, toda la vida.
Sin pensarlo más, comenzaron su fantástica odisea.
Llegaron hasta la primera gran roca. Ara tomó su arco, ató en una flecha una de las
lianas, apuntó bien y con todas sus fuerzas la envió lo más alto que pudo. Consiguió así
que se quedara prendida entre las rocas y las plantas que allí crecían, después de
comprobar su resistencia, se ayudaron de ella para la primera de las escaladas.
La vegetación era tan intensa que a veces se perdían entre ella, pero la improvisada
cuerda les servía de ayuda para no desviarse del camino que habían trazado para subir.
Alcanzado su primer objetivo, descansaron un momento, después Ara volvió a lanzar
una segunda flecha con otra liana aún más larga.9 Cristián Mínguez “El pico del tucán”
La subida se hacía más difícil de lo que pensaban. Itzel miró hacia abajo y comprobó
que ya estaban a una altura considerable. Ara, por el contrario, solo estaba pendiente de
llegar hasta la zona donde las nubes comenzaban.
Volvió a repetir los lances combinando flechas y jabalinas al tiempo que trepaba entre
las rocas y por las plantas que por todos lados encontraban.
Al llegar al borde del cúmulo de nubes volvieron a detenerse. Se miraron mientras
intentaban controlar su respiración. No necesitaban hablar, sus pensamientos eran ya
uno solo.
Y desde aquella altura pudieron contemplar la belleza del lugar donde tan felizmente
vivían.
De pronto, se escuchó un fuerte trueno, su sonido los hizo estremecer. Desde lo más alto
del cielo un implacable rayo atravesó las nubes y en ese instante, la gran montaña
pareció trepidar al tiempo que se desencadenó una gran tormenta. El pequeño Ara
recordó entonces lo que había escuchado a uno de los ancianos de las estrellas.
.- El fuego del rayo, el temblor de la montaña, la fuerza del viento y el agua de la lluvia.
¡Los cuatro elementos!. Ahora estoy seguro que el momento ha llegado.
Animó más a Itzel para que le siguiera y con un nuevo esfuerzo lograron alcanzar la
zona de las nubes.
Desde allí, Ara lanzó su última flecha con la liana más larga que le quedaba pero no
pudo ver hasta donde llegaba, las espesas nubes lo impedían.
Para estar lo más ligero posible se desprendió de su aljaba y del arco y aspirando
profundamente se decidió a culminar la aventura.
.- Espérame aquí, si te aviso o sucede algún percance, intenta pedir ayuda.
.- Estoy segura de que todo va a salir bien, ya verás como consigues llegar a la cima. No
tengas miedo, mi pensamiento te protegerá durante tu escalada.
Las palabras de Itzel dieron al pequeño Ara el impulso suficiente para lanzarse hasta
conseguir llegar a la cumbre de la montaña sin nombre.
El tucán, que había ido trepando, sin ser visto, dudó en continuar , pero la valentía de
los dos pequeños le animó a no abandonar a quien podría convertirse en un futuro héroe
y dejándose llevar por su instinto, se metió también entre las nubes.
Ara continuó ladeando la montaña y suspiró tranquilo al comprobar que aún habiendo
traspasado el límite de las nubes, continuaba indemne.
La luz, ténuamente filtrada, le impedía avanzar tan rápido como hubiese querido pero
Ara, con la idea firme de llegar hasta la cumbre, continuaba la subida de forma
imparable.10 Cristián Mínguez “El pico del tucán”
El esfuerzo era cada vez mayor, los ramajes iban perdiendo intensidad y el pequeño
tuvo que empezar a escalar por las encrespadas rocas. La lluvia no cesaba y dificultaba
más la subida, no obstante Ara se sentía aliviado al sentirla sobre su cuerpo. La espesura
de las nubes se acentuaba de tal forma que dudó continuar, fue el momento de mayor
tensión pero en ese instante oyó en la lejanía la voz de Itzel.
.- Ánimo, sigue, lo vas a conseguir, sigue, sigue…
Ara se impregnó de valor y de una nueva fuerza que le llevó hasta una zona más alta
donde las nubes comenzaban a ser menos espesas a la vez que la lluvia disminuía. Poco
a poco el ambiente se fue transformando en una brisa húmeda. Notó que los rayos de un
Sol, recientemente aparecido, comenzaban a filtrarse entre aquel vapor de agua. Había
llegado al último estrato, dio un nuevo impulso y lo traspasó. De esta forma pudo
contemplar lo que hasta ese momento nadie había visto:
Se encontraba muy cerca de la cima . A ras de sus pies, la nube rodeaba todo el cono
que restaba de montaña formando como una isla al lugar donde Ara se encontraba. Daba
la sensación de estar flotando en el aire. Delante de él, a solo unos metros, observó el
pico de la cima de la montaña, que no llegaba hasta el cielo como algunos temían.
Unos sonidos familiares para él, le hicieron girar la cabeza, entonces vio surgir de entre
las plantas un precioso guacamayo. Ara se puso muy contento pues era el ave preferida
de Itzel.
Desde otro lado, un colibrí de los más grandes y coloreados hizo su entrada y con su
vuelo, casi vertical, ascendió ayudándose de su continuo aleteo.
Ara no salía de su asombro al ver otra de las aves que tanto le gustaban.
No había reaccionado aún de su sorpresa cuando, de repente, sus ojos vieron lo que
jamás pensó que podía estar en aquel lugar, era un quetzal que con sus bellas y
larguísimas plumas a modo de cola. Había venido desde tierras lejanas para ser también
testigo de aquel extraordinario acontecimiento.
El pequeño sintió una ligera brisa que le hizo alzar su mirada y entonces pudo admirar
como desde a gran altura fue descendiendo, majestuosa, un águila de cabeza blanca que
continuó planeando alrededor del pico de la montaña. Las plumas blancas de su cabeza
y las pardas de su cuerpo junto al amarillo de su pico y garras, le fascinaron. No podía
comprender como un ave del otro lado del continente pudiera también haber volado
hasta allí.
A todo esto, el tucán que aún no había salido de la zona de nubes, no se atrevió a
manifestarse pues con tan ilustres visitantes no estaba seguro de que con su escandaloso
pico fuera bien recibido.
¡Menuda faena! Después de lo que le había costado subir hasta allí…
Con un cielo totalmente despejado, el sol irradiando una hermosa luz, y las aves tan
cerca de él, Ara alcanzó sin esfuerzo el pico más alto de la montaña sin nombre.11 Cristián Mínguez “El pico del tucán”
Observó que en el centro había una roca que sobresalía de una caldera con agua
burbujeante, el líquido hervía y por tanto sería imposible llegar hasta la roca central,
donde estaba la amatista.
Ará recordó de nuevo las palabras del anciano de las estrellas: “El que pueda volar
alcanzará lo inalcanzable”.
Asumió que ningún ser humano podría levantarse por los aire pues eso era algo
exclusivo de las aves y contemplando aquellos magníficos pájaros que había a su
alrededor quedó admirado de aquel milagro de la naturaleza.
Decepcionado por verse incapaz de alcanzar su objetivo final, se puso muy triste y
decidió regresar.
Antes de bajar, volvió a contemplar a las aves que parecían estar esperando una señal.
El águila continuaba planeando.
De pronto, el guacamayo, abriendo sus alas de vivos colores, se posó sobre el brazo
izquierdo que Ara había extendido ; el quetzal, con uno de sus acrobáticos vuelos, fue
hasta quedar a la altura del tobillo derecho. Ara , para evitar que las plumas de la cola
tocasen el suelo, flexionó la pierna; el águila extendió sus garras y en un movimiento
cargado de precisión, agarró al indio por la parte superior entre sus axilas y hombros.
Ara sintió como su cuerpo se elevaba, entonces llegó el colibrí que a pesar de su
tamaño, al acercarse a su tobillo izquierdo con su continuo aleteo compensó el ágil
balanceo.
El espectáculo era indescriptible. Ara estaba siendo transportado en volandas hasta el
mismo centro de la roca donde se encontraba la punta de amatista. Ya podía contemplar
los destellos violeta que la piedra emitía al ser iluminada por los rayos del Sol. Tenía un
tamaño similar al de su puño.
La aves fueron descendiendo hasta el máximo. Ara, suspendido en posición vertical,
fue consciente de que la cola del quetzal estaba a punto de tocar el líquido hirviente. En
un impulso, intentó alcanzar la piedra bajando el cuerpo todo lo que pudo y extendiendo
su mano derecha, pero por más que lo intentaba no podía llegar a vencer la corta
distancia que le separaba de la codiciada gema.
El águila forzaba sus alas para mantener el equilibrio y a pesar de la ayuda de las otras
aves la situación no se podía sostener por más tiempo..
Ara, en un estado caótico, gritó.
.- No puedo, no puedo, es inútil, no ha servido para nada…
En sus ojos aparecieron lágrimas de dolor, de rabia.12 Cristián Mínguez “El pico del tucán”
La aves, al presentir esa sensación de angustia, comenzaron a retroceder. Pero en ese
instante apareció el tucán y en un vuelo temerario, se engancho con firmeza en la mano
de Ara y con su fabuloso pico logró llegar hasta la mítica piedra que en un rápido
movimiento estuvo en la punta de su prodigiosa protuberancia. Su enorme pico había
logrado alcanzar lo que parecía ser inalcanzable.
De inmediato, las aves en un último impulso volvieron a dejar al pequeño Ara en el
borde de la cima.
Después, lentamente, el águila, el guacamayo, el colibrí y el quetzal fueron alejándose
hasta disiparse en el cielo.
En la parte más alta de la montaña se quedaron el indómito Ara con el tucán aún sujeto
a su brazo con la punta de la amatista en su gran pico.
Ara volvió a mostrar su sonrisa y acariciando al pájaro le invadió la alegría.
Sin saber cómo, las nubes que rodeaban a montaña se fueron lentamente dispersando al
tiempo que el líquido hirviente que impedía llegar hasta el centro de la cima se iba
deslizando por uno de los laterales.
Por primera vez se pudo admirar la belleza de aquel monte con una una corcova en uno
de sus lados que le hacía ser aún más original.
En la lejanía, Iztel saludaba muy contenta a su valiente y maravilloso amigo,
presintiendo feliz que una nueva vida comenzaba para ellos.
Y desde aquel día, el pico más alto de aquel monte para los dos pequeños indígenas
siempre sería “el pico del tucán”.



Cristián Mínguez
“El Pico del Tucán”
Serie: Los Cuentos de Zenith

El Pico del Tucán




sábado, 12 de marzo de 2011

TRÁNSITO DE URANO EN ARIES





 EL PLANETA DE LA LIBERTAD

El planeta Urano, tarda 84 años en dar una vuelta por las doce constelaciones del Zodiaco y cuando llega a un signo astrológico transita por éste, durante 7 años. Es uno de los planetas llamados generacionales pues marca a un determinado grupo de seres humanos que nacen con unas tendencias, que provocarán, en su día, un cambio en la sociedad donde vivan, perfilando una nueva época donde se liberarán aspectos del pasado que se quedan obsoletos para el avance de la humanidad.
Desde el día 12 de marzo de 2011, a la 1,53, hora local europea, Urano está, de nuevo ( ya lo hizo durante unos meses en 2010 , del 28 mayo al 14 agosto ) en el signo de Aries donde permanecerá durante los próximos 7 años (hasta el 15  mayo ;  2018, después volverá, retrógrado, desde 8  noviembre 2018 al 6  marzo  2019 que entrará en Tauro).
Las palabras claves relacionadas , según la Astrología, con este cuerpo celeste son: libertad, amistad, rebeldía, independencia, cambios inesperados, innovación, futuro, y en general, todo lo que va unido a lo incondicional e inesperado ; Urano nos ayuda a no depender de los demás, por este motivo también suele coincidir con etapas en las que desaparecen de nuestro entorno, relaciones, trabajos, situaciones, o incluso personas que nos impedían ser, a veces de forma inconsciente, libres.
Aries, es quién más deberá tener en cuenta todas estas influencias y valorar en la justa medida, que cosas o relaciones le interesa conservar y  hacer, entonces, lo posible para que no se les escapen de las manos.
La entrada de Urano en Aries ha formado  una triple conjunción con Júpiter y con Mercurio, que ya se encontraban en el signo del carnero. Progresivamente irán entrando más planetas: Sol, Marte y Luna, hasta forma un stillium planetario de seis que culminará durante los días 2 , 3, 4, 29,30 de abril y 1 de mayo, de este año 2011. Demasiada energía para poder  controlarla, así sin más, les hará falta, mucha autodisciplina, trabajar la paciencia, el ego, la necesidad innata que tienen de pelear, de luchar. En este tiempo es preferible dedicárselo al cuidado personal de los tres planos básicos de la existencia humana: físico, mental y espiritual.

URANO EN ARIES, UN AVANCE HACIA LA ERA DE ACUARIO.

A nivel mundial, Urano nos lleva hacia un mundo marcado por la fraternidad, la amistad,el  altruismo. Cuando estos términos se ponen en funcionamiento por medio de la voluntad y el consentimiento de los pueblos, el camino es fácil, armónico; si aparecen resistencias o situaciones de dominio entre unos y otros, Urano se convierte en el auténtico revolucionario, sin importarle los medios que hagan falta para conseguir cambiar a la sociedad hasta que se sienta plenamente libre.
El planeta Urano, a su vez, está relacionado con las ondas eléctricas, magnéticas, la radio, televisión,  con los ordenadores, los sistemas informáticos, la aviación, los viajes espaciales, al tiempo que aporta una chispa inventiva para los nuevos avances tecnológicos. Rige la radioactividad, cetrales nucleares, y tristemente (evidenciado por los últimos acontecimientos en Japón) está ralacionado con los terremotos . Sus cambios de constelación astrológica suele coincidir con alguno de ellos, pero es alarmante que haya sido, como en esta ocasión,  prácticamente en el mismo día de su ingreso. Los aspectos astrológicos que formará este stillium planetario en cuadratura con Plutón en Capricornio y opuestos a Saturno en Libra, formando una Semi Cruz Cósmica, durante los próximos meses,   se considera muy tensional, dentro de la interpretación astrológica. Puede coincidir con un ciclo de selección natural de las especies de nuestro  planeta, es tiempo de “supervivencia”, no se trata de egoísmo sino de guiarse por el instinto natural que tenemos los seres humanos para salvarnos del peligro, no solo a nivel físico sino también en el terreno afectivo, profesional, amistoso, o social.
Aunque es importante tener en cuenta que a  partir del 4 de junio de 2011 todo comenzará, de forma lenta, pero progresiva,  a tomar otro matiz más esperanzador.
Es importante en este tiempo, saber si cuando se ha nacido, había algún planeta en el signo de Aries, pues durante estos meses (marzo, abril, mayo)los planetas activarán sus aspectos más tensionales. De la misma forma, también se activarán  los positivos, representando para un grupo reducido y selecto, un avance espectacular para su vida futura.
Otro dato a tener en cuenta es saber donde estaba Urano en el momento de nuestro nacimiento, su posición en la Carta Astral nos puede dar claves para descubrir nuestras tendencias, el sector de nuestra vida donde seremos más libre e independientes,  y la  adaptación, más o menos fácil,  a  todo este mundo electrónico al que avanzamos a una velocidad vertiginosa, cuanto antes nos adaptemos, menor será el impacto emocional y psicológico. Urano nos prepara para ello, nos envía sus ondas galácticas para estar en consonancia con la Nueva Era de Acuario (es su planeta regente) donde su influencia será primordial.
El láser y los reflejos de las chispas eléctricas son los colores que van unido a este planeta, que en cualquier momento nos puede sorprender para ofrecernos con su inesperada influencia un cambio en nuestras vidas , que sin duda nos hará más libres.
Urano tiene, según la Astrodiagnosis, influencia sobre el pelo, la sangre, los tobillos y los reflejos nerviosos, también con la telepatía y con todas las técnicas nuevas de curación, especialmente dentro de las medicina alternativa y la vida natural. Rige, la Astrología. Urano es el planeta de “lo auténtico”.


URANO , EN BUSCA DEL AMOR UNIVERSAL

Haciendo un análisis sobre el proceso de evolución de los seres humanos, nos damos cuenta que se pasa por distintas etapas en las que se alcanza unos determinados niveles de evolución, como si se tratase de un camino imparable, que según los planteamientos de la Era de Acuario, han de llevarnos a una plena integración dentro del Cosmos. Los mismos mecanismos que utiliza el propio Universo para la continua transformación de su impresionante energía, son los que transmite a los humanos a través de distintos mensajes o formas, que la mente va captando a lo largo de los años.
Esta Era de Acuario que se está cristalizando, es la época donde los seres humanos alcanzaremos el grado más elevado del amor universal, aunque hasta llegar a ese punto, hará falta un proceso de cambio general en la convivencia dentro de nuestro planeta, ya que en la nueva era, se supone que no habrá pueblos que se sientan oprimidos ni marginados pues se organizarán simplemente  en base a sus distintas razas y tradiciones, en plena armonía y libertad.
El mundo infantil tiene claves sobre este nuevo concepto de vida. Se organizan y comparten sus juegos, amistad, o relaciones, sin papeles, ni leyes que les obligue a unos determinados comportamientos, establecidos por unos cuantos, están simplemente guiados por la ética o las propias sensaciones e instintos que los caracterizan, con un gran sentido de la justicia que aparta y castiga , por medio del rechazo, a quienes no participan de la plena armonía y del compañerismo necesario para el equilibrio y la convivencia del grupo; con líderes y organizadores, que aparecen de manera  natural y respetados de una forma totalmente liberal.  También hay inconvenientes, pero eso es parte de la propia naturaleza y grados de supervivencia o selección natural del planeta Tierra que suele favorecer a los individuos más fuertes.
Esa evolución que hace falta para llegar a una sociedad perfecta, basada en la plena y auténtica libertad, ya está marcada por los distintos mensajes y profecías que se han venido transmitiendo durante milenios. Por todo esto, es tan importante alcanzar cuanto antes la fase más elevada de ese auténtico amor a nivel personal. El ser humano, a modo individual,  puede vibrar con ese espíritu acuariano en cualquier etapa pasada,  presente o futura mediante su libre albedrío, la clave está  en que lo hagamos todos al unísono.
Los cambios de eras,  que duran más de 2000 años, requieren un esfuerzo, tanto colectivo, como personal. Urano en su paso por Aries, donde no transitaba desde hace 84 años, nos puede ayudar con su energía luchadora, no nos dará la solución, pero nos enseñará y preparará para encontrarla. Ya no es época de maestros, ahora llega el momento de la autodeterminación, mas siempre, respetando la libertad de los demás y sin confundir la filosofía acuariana con el libertinaje. El ser humano de la Era de Acuario es libre, dentro de un planeta aún más libre que él…

Cristián Mínguez
Artículos de Astrología


Enlace con la escena de Aries en la obra "Decatlón de Afrodita":
Video: "La rosa de Aries"